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¿Narcochavismo?

por Manuel Caballero | El Universal

Caracas 14.08.05 | "La supresión de las investigaciones de la DEA en Venezuela anuncia un futuro paraíso del narcotráfico".

Al declararse en campaña presidencial, saltando todas las barreras legales (pero ¿eso qué importa?: ahí está Jorgito para alcahuetearlo), Chávez ha dado el tono que tendrá su campaña: el de la sucia descalificación personal. Su obsesión por los "frijolitos" es no sólo para ingurgitarlos, sino para expulsarlos en volandas cada vez que escucha un tiro, como en la gloriosa batalla del Museo Militar. Adonde, por cierto, no se ha llevado a los muchachos del Festival Mundial de la Juventud, porque el simple olfato les haría saber que lo que derramó allí el héroe del socialismo sigloveintiunero no fue exactamente sangre.

Nada más fácil que voltear una descalificación de ese tipo: recuerdo que en mi infancia, a un muchacho muy propenso a esas urgencias cada vez que se le desafiaba, la cruel imaginación infantil le colgó el mote de "el flojito".

El "sequito". En el extremo opuesto, los humoristas venezolanos de los años cuarenta llamaban a López Contreras (quien sí sabía controlar su bajo vientre) "el sequito", por su estampa más que longilínea, filiforme ¿cuál de los dos motes le vendría mejor a nuestro rollizo y aguado locatario de Miraflores? Si no respondemos a esa pregunta no es por respeto a quien a nadie respeta, sino porque sería caer en la trampa que propone Chávez cada vez que no está sentado en lo que Salvador Garmendia llamaba, no sé por qué, "el único lugar posible": quedarse en la superficie de sus insultos, cosa de que una campaña escatológica permita ocultar la realidad del peor régimen que haya tenido Venezuela en toda su historia republicana. Hemos escrito "régimen" y no "gobierno", cosa que parecen olvidar algunos ángeles caídos por distracción del cielo, que piensan que éste es simplemente un mal gobierno más, y que se le debe tratar como a cualquier otro mal gobierno de la "cuarta república". No: no olvidamos lo que alguna vez dijera el propio Chávez, que todo golpista es un delincuente.

En manos del hampa. Confirmando así lo que en 1958 dejó dicho el sabio Francisco de Venanzi desde la terraza del Palacio Blanco: que los tales no son militares sino gangsters de uniforme. Estamos pues, en manos del hampa, como lo demuestra, si necesario fuera, el único lenguaje que parece conocer el señor Chávez cuando se dirige a sus enemigos: el de los porteros de burdel.

Pero además de eso, la dominación chavista está cundida de todos esos males que los italianos llaman malgoverno, que no es lo mismo que "mal gobierno", pues puede aquejar incluso a los que todo el mundo considera buenos gobiernos. Y para comenzar, porque fue el caballito de batalla de las campañas chavistas, por la corrupción. Nunca, desde la muerte del Benemérito, había alcanzado tales niveles ese flagelo. No se necesitan cifras para saberlo, aunque las haya a paletadas: baste saber que, con el ingreso más grande de la historia, Chávez ha hecho eliminar por sus secuaces todo tipo de control sobre sus gastos; y ese pobre (¿pobre?) diablo llamado, creo, Clodosvaldo Russián, usa la lengua sólo para acariciar algún diente roto, sin dejar por cierto de cobrar un sueldo inmerecido por esa sinecura; y su complicidad en los peores robos en la historia de la república.

Un vistazo basta. De resto, no hay sino que echar un vistazo: ya nadie puede viajar por tierra sin sustos, de Valencia a Caracas, ni de Caracas a La Guaira, porque las carreteras y los puentes se caen a pedazos, como se cae el país entero. Los hospitales tienen que pedir la ayuda de las clínicas privadas para las emergencias, pues no hay dinero para dotarlos de aparatos de radio, pues el que había se gastó para traer algunos coreanos a exaltar la memoria de Kim Il Sung y las glorias del héroe del Museo Militar.

Una campaña como la que propone Chávez le permitiría esconder la realidad de la ruina de Pdvsa, convertida, de una de las empresas más exitosas del mundo, en la caja chica del hampa chavista. O la conversión de la antigua Fuerza Armada en este seminario de futuros héroes de los museos militares, al punto que tal pareciera que en la Academia Militar las únicas asignaturas obligatorias serían Cobardía I, Cobardía II y Cobardía III. Le permitiría asimismo ocultar la conversión de la Cancillería en un Ministerio de la Propaganda. Y la estafa de la Universidad Bolivariana, donde se prometió dar en tres años diploma de médicos, y a año y medio todavía no comienzan sus cursos.

Pero por sobre todo, le permitiría lo que la supresión en Venezuela de las investigaciones de la DEA anuncia: la próxima conversión de nuestro país de puente para el paso de estupefacientes, en un paraíso sin controles. Lo que se traduciría en un incremento de las entradas del MVR en todas sus campañas, la conversión de ese movimiento en otro que acaso alcance fama internacional como "narcochavismo". ¿Será un hecho premonitorio, o una realidad ya actuante lo que provocó que a un grupo de la Guardia Nacional se le revocara la visa norteamericana?



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