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La gran encrucijada de Venezuela: 350 o elecciones

Por Gustavo Coronel

23.10.05 | Tengo la creciente sensación de que Venezuela se acerca con rapidez a una gran encrucijada en su vida política y social. Después de siete años, el actual régimen parece decidido a no entregar el poder por “las buenas”, aun cuando esta fuese la decisión de la mayoría. El problema político fundamental que existe hoy en nuestro país es la falta de confianza que los adversarios del régimen tenemos en los organismos electorales. Un gran porcentaje de la población cree firmemente que el Consejo Nacional Electoral es corrupto, está al servicio de Hugo Chávez y hará todas las trampas necesarias para dar la victoria electoral al régimen. Con esta percepción en la mente de este gran segmento de los ciudadanos, una elección se hace muy difícil de aceptar y esto es lo que estamos viendo y viviendo hoy en día: la oposición está dividida sobre si ir o no ir a votar. Para ser enteramente franco, yo amanezco un día pensando en ir a votar y, al día siguiente, pensando en como aplicarle al régimen el 350.

Esto es así porque, por los últimos 60 años, las grandes decisiones políticas venezolanas se han tomado electoralmente, con una o dos excepciones, y ya estamos naturalmente inclinados a esta solución. Por otro lado, las últimas experiencias que hemos tenido en materia electoral han sido tan traumáticas, tan grotescas, con gente como el tramparente Carrasquero, el frívolo Carter y el psiquiatra Rodríguez actuando al márgen de lo legal y lo democrático, que casi hemos perdido las esperanzas de ver unas elecciones limpias y honestas. Por ello, la tentación que sentimos de ir a una protesta colectiva masiva, amparados bajo el artículo 350 de la constitución, es cada vez mayor. Aún los ciudadanos mas pacíficos y mansos se sienten abiertamente indignados con este régimen inepto y entregista de la dignidad nacional. Entonces, que hacer?

Una alternativa que personalmente prefiero es ir a elecciones, siempre y cuando instituciones independientes garantizen la transparencia del evento. Es esto posible? La experiencia reciente nos hace escépticos. La gente que controla el Consejo Nacional Electoral no merece confianza y los sistemas instalados son de dudoso origen. La empresa Smarmatic no tiene credibilidad entre nosotros. La unica manera de aceptar ir a elecciones sería con un sistema de verificación manual, debidamente supervisado por organizaciones independientes, algo que el psiquiatra se niega a aceptar, porque entonces su capacidad de manipulación sería muy pequeña.

Pero, que deberíamos hacer, si el régimen aceptase las condiciones que garantizen la transparencia del evento? Creo que, en ese caso, deberíamos ir a elecciones, porque es necesario establecer en nuestro país las verdaderas preferencias electorales, el verdadero sentir del pueblo. Pero deberíamos ir a elecciones con una oposición unificada y con un mecanismo libre de perversiones como son las llamadas morochas. La importancia de ir a elecciones realmente transparentes en Venezuela es obvia. Los venezolanos tenemos que quitarnos de encima el fantasma de Hugo Chávez, de la manera como a ese fantasma le va a doler mas: a través de un proceso electoral, derrotado por el pueblo. Y, admitamos, en el supuesto caso que Chávez gane bien, habrá que aceptarlo, porque eso sería lo que el pueblo prefiere. Pero, supongamos que el psiquiatra y su jefe desdeñan la transparencia y se aferran a la “tramparencia” del proceso electoral, como sospechamos que va a suceder. Supongamos que no hay conteo manual, que no hay efectiva supervisión independiente, que no eliminan a las morochas. Entonces que debemos hacer?

Bueno, aquí si digo yo: vamos a echarle pichón al 350. Aquí si tendríamos que ir con todos los hierros a un proceso masivo de desobediencia civil, de protestas, de desconocimiento abierto de este régimen funesto. Aquí si tendríamos que echar el resto. Y, que significa echar el resto? Creo que echar el resto significa, entre otras cosas: 1. Abandono total de la Asamblea Nacional. No sería posible seguir convalidando un régimen ilegítimo; 2. Elección propia, no controlada por el Consejo Nacional Electoral, de nuestra propia Asamblea Nacional y nuestro Gabinete Ejecutivo paralelo, como símbolo de independencia frente a un régimen que ya no reconocemos; 3. protestas de calle continuas, por sectores y por gremios, incluyendo huelgas de brazos caidos, si es necesario; 4. Desobediencia civil general, expresada de las maneras mas diversas, siempre sin violencia ( a menos que la violencia venga desde el régimen hacia el pueblo). Estamos hablando de un estado de total rechazo ciudadano al régimen, por parte de la masa de venezolanos que ya no lo aceptamos.

La batalla que debemos dar en Venezuela tendría que tener la grandeza cívica necesaria para que podamos sentirnos orgullosos de ella y podamos dar un ejemplo de dignidad y decoro al resto del continente. Es fundamental derrotar a los tiranos en América. Debemos eliminar la influencia de dictadores, asesinos, terroristas y demagogos populistas de nuestra tierra. Debemos castigar a quienes han abusado del nombre de nuestros héroes y a quienes han tratado de convertir a nuestro pueblo en una gran masa de limosneros.

La batalla que viene en Venezuela será dada en las urnas electorales y, si ello no es posible, en la calle, motorizada por la actitud de cada uno de los venezolanos amantes de la libertad, frente a un régimen corrupto. Me temo que quienes apoyan al régimen no aceptaran este cambio de buena gana. Los desastres, la corrupción, la prostitución de la vida social venezolana han sido tan rápidas y tan violentas que mucha gente se verá afectada con el cambio. Habrá gente que tendrá que ir presa por sus crimenes a la nacion. A diferencia de nuestra historia de cambios democráticos y pacíficos de los últimos 60 años, la salida de este régimen será probablemente traumática, dura y, me temo, nos costará sangre, sudor y lágrimas.

Pero probablemente tendrá que ser así, porque aparentemente no puede ser de otra manera.



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