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El fantasma del revocatorio asedia Venezuela

Por Virginia Contreras

20.11.06 | A tres semanas de las elecciones presidenciales en Venezuela, persiste la incógnita respecto a quién dirigirá los destinos del país. Pese a todos los pronósticos, y aún a pesar de innumerables trabas surgidas dentro del seno mismo de la oposición, ha surgido un candidato presidencial capaz de enfrentarse al abuso del poder; así como de recordar a los venezolanos que Venezuela no tiene dueño; y que si eventualmente lo tuviera, sería su mismo pueblo el propietario. Ese candidato se llama Manuel Rosales, y por encima de su trato serio y hasta un poco reservado para el gusto de muchos, ha logrado animar a un importante número de ciudadanos respecto a la posibilidad de recuperar al país.

La estrategia asumida por Rosales para lograr el poder ha pasado por varias etapas desde hace unos años para acá; cuando el presidente Chávez, desconociendo el fervoroso regionalismo de los Zulianos, arremetió no sólo contra Rosales, para entonces gobernador del estado Zulia, sino del gentilicio de esa importante zona de Venezuela. Esa fue la primera vez que vimos con atención a Rosales, quien aprovechando esa gran coyuntura de tener a un país huérfano de liderazgo después de la terrible debacle del referéndum revocatorio, supo responderle al Chávez agresor con su propia medicina: con el puño levantado y la camisa arremangada, listo para la pelea cuerpo a cuerpo si fuese necesario. Aquel momento fue tan positivamente escalofriante para una oposición que casi se encontraba con la rodilla al suelo, que el mismo Chávez tuvo que desistir en muchos casos de visitar la región; mientras que en otros, prácticamente salía corriendo asustado por el tumulto “Maracucho” cuando osaba realizar algún acto proselitista en la capital Zuliana.

Hoy Rosales ha cambiado de estrategia; y si bien es cierto que mantiene una actitud crítica en contra del gobierno, al parecer sus asesores le han sugerido que evite las peleas “cuerpo a cuerpo,” por aquello de darle demasiada importancia al enemigo.

Esta transformación del candidato de la oposición, de gobernador temerario, a cuasi jefe de Estado en campaña, unida a la serie de situaciones irregulares y descaradamente fraudulentas que rodean al proceso electoral organizado por el Consejo Nacional Electoral, hacen necesarias algunas observaciones. Todo esto al apreciar que si bien el objetivo de la campaña opositora está centrado en un punto vital, como lo es el dirigir nuestra atención hacia lo que los venezolanos demócratas nos estamos jugando en estas elecciones; deja a un lado peligrosamente el destacar a la ciudadanía lo que para el presidente totalitario resulta de vital importancia: mantenerse en el poder a cómo de lugar.

Respecto a la actitud del candidato opositor, será en todo caso la historia quien verifique si fue suficiente con presentar sus propuestas al país en todos los escenarios posibles, y limitar su conexión con el contrincante a retarlo públicamente a un debate electoral. Reconociendo lo contraproducente que podría resultar el uso excesivo del lenguaje alusivo al presidente; estimamos que la única manera de hacer recular a éste frente al país era precisamente la utilizada por el candidato opositor en sus tiempos de líder regional. No es necesario ser ordinario o soez para hacer salir de las casillas al candidato del gobierno, pero si “latirle en la cueva” y mostrarle los dientes de vez en cuando. El presidente es un hombre presto para ofrecer el pellejo ajeno para luchar por su revolución, pero lento para ofrecer el suyo; y por ende resulta incomprensible el porqué no sólo se ha evitado acorralarlo con verdades absolutas, dichas por quien tiene la pretensión de dirigir los destinos de Venezuela, sino incluso el que se distraiga la atención de los votantes para que participen en la defensa del voto de forma totalmente contraria a la realidad del país. Así tenemos que frente a la existencia real y manifiesta de un Registro Electoral Permanente abultado de manera millonaria, no sólo se permitió que el mismo permaneciera en esas circunstancias, sino que hasta casi se disculpó al organismo electoral de tal vicio; llegando incluso a advertirse “que si bien dicha situación era irregular, la misma no obedecía a intereses específicos en contra de éstas elecciones, sino que provenían de vicios heredados de gobiernos anteriores.”

De igual forma, frente a la amenaza real de la posibilidad de transmisión de datos que no se correspondan con la verdad, en vez de advertírsele a la sociedad venezolana respecto a la importancia adquirida por el centro de transmisión por excelencia del evento, como lo es la Compañía Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV), se convoca a que vayan a los centros de votación a presenciar el conteo de votos. Olvidan los convocantes que hoy día con la tecnología avanzada, como fue demostrado en el revocatorio precisamente por la actuación irregular de la misma CANTV, resulta muy improbable verificar algún tipo de fraude masivo mediante el conteo de algunas papeletas; el cual dicho sea de paso, ha sido descartado como prueba, tanto por el mismo CNE, como por el Tribunal Supremo de Justicia y por la propia Organización de los Estados Americanos.

Por otro lado, frente a la participación de los “únicos aliados” internacionales con que contamos los venezolanos para demostrar las irregularidades por cometerse, como lo son los observadores internacionales, se acepta pura y simplemente que éstos firmen sendos convenios con el organismo electoral; comprometiéndose entre otras cosas, a no emitir ningún tipo de opinión sin permiso del CNE, así como a no hacer oficial sus respectivos informes de observación electoral, sin autorización de este organismo.

Vemos pues, que éstos, junto con muchos otros elementos más que hemos referido en otras oportunidades, fantasmas todos que rodearon a nuestro referéndum revocatorio, dejan mucho qué desear respecto a la manera como se está llevando esta parte de la estrategia de la campaña electoral del candidato opositor, así como su consonancia con el objetivo deseado; porque tanto o más importante que la actitud del retador, resultan las condiciones en las que la contienda vaya a realizarse. No sólo porque toda estrategia debe tomar en consideración el ambiente en el cual se desenvuelve, sino porque la misma no puede en ningún caso desconocer las herramientas con las que el enemigo cuenta para defenderse.

Temas como la manera en que está organizado el proceso electoral venezolano, y la necesidad imperiosa de mantenerse en el poder del candidato Chávez, ambos vinculados tan estrechamente entre si, que el uno depende del otro y viceversa, no pueden ni deben dejarse a un lado, ni siquiera bajo la excusa de evitar una estampida de votantes no muy convencidos de ejercer su derecho activamente el próximo 3 de Diciembre. Recordemos que así como el triunfo tiene demasiados padres, la derrota es huérfana; y el día de mañana esos mismos que vitorearon al candidato opositor como futuro presidente de la República, y que ante las opiniones y críticas constructivas respondieron con descalificaciones e infamias, serán los primeros en pedir la cabeza de Rosales si las cosas no resultan como ellos quisieron. De allí que Rosales, tarde o temprano, y le queda muy poco tiempo para que sea tarde, tendrá que reconocer el campo minado por el cual atraviesa, así como la imposibilidad material de caminarlo con las herramientas de la democracia.



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